La Teoría del Valle Inquietante
- Son Hechos
- 18 de enero de 2022
- Pedro Pérez
A través de los años hemos visto como la sociedad ha avanzado cada vez más en la creación de inteligencia artificial, llegando a crear máquinas capaces de parecerse a un ser humano, e incluso realizar ciertas actividades. Pero, así como se va avanzando en la confección de estas máquinas, también surgen dudas, pensamientos y sentimientos inexplicables por parte de los seres humanos hacia estas creaciones artificiales que cada vez son más inteligentes. Si eres de los que ha tenido estos pensamientos, entonces muy probablemente la teoría del valle inquietante pueda ayudarte a entenderlo.
¿Qué es la Teoría del Valle Inquietante?
En el campo de la robótica y la animación en 3D, existe una teoría conocida como el valle inquietante. Su fundamento principal es simple: mientras que un robot, animación 3D o cualquier réplica antropomórfica se acerca cada vez más hasta un punto excesivo, tanto en apariencia como en comportamiento al de un ser humano, terminan provocando que un ser humano real sienta rechazo hacia estos. Probablemente te haya sucedido que aún sin saber el porque, algún robot o animación en 3D te haya provocado esa extrañeza o rechazo, pues esa sensación inexplicable es el valle inquietante.
¿Por qué se llama Valle Inquietante?
Esta podría ser la pregunta que te estas haciendo al tratar de entender cómo funciona este “valle”. De hecho, es una teoría con varios años de haber sido concebida, pues es en 1970 que el experto en robótica Masahiro Mori empieza a desarrollarla haciendo referencia al hecho de que mientras un robot se va haciendo más humano (facciones, comportamientos, movimientos), nosotros como seres humanos desarrollamos empatía por este. Sin embargo, llega un limite, un punto en el que esta reacción se vuelve un rechazo, esto es lo que se le conoce como “valle” o incluso “bache”. El propio Mori expresa:“He notado que, a medida que los robots se parecen más a los humanos, nuestra sensación de familiaridad aumenta hasta que llegamos a un valle. Llamo a esta relación el -valle inquietante-.

Según la imagen anterior, vemos este “valle” y podemos apreciar hasta el punto en el que pasamos de “aprobar” a “rechazar” la figura robótica. El caso de la mano prostética es interesante pues para Mori, una mano prostética que puede ser muy real nos causa extrañeza cuando la estrechamos y sentimos todo diferente a como se debería sentir una mano real: la mano es fría, no sentimos tejido blando y esto hace que perdamos la familiaridad. Incluso Mori resalta: en este caso, la apariencia es bastante humana, pero la familiaridad es negativa. Este es el valle inquietante.
Es más, para Mori, si se le agrega movimiento a la mano prostética, esto potencia aun más el efecto inquietante. Toma como ejemplo aquellas manos prostéticas más avanzadas las cuales con diferentes avances científicos se ha logrado que muevan los dedos. Sin embargo, el movimiento sigue siendo robótico, a lo que Mori responde: Esta mano puede moverse de una manera que hace que algunas personas sanas se sientan incómodas.
Mori y el Valle Inquietante
Siguiendo la idea de Mori, este hace referencia al hecho de que el movimiento tanto para los humanos como para las maquinas es importante y representa un tema fundamental en esta teoría; “signos de vida”. Sin embargo, también hace referencia a que el movimiento dependiendo en como se aplica, puede o bien no suponer una mayor reacción, o crear (como en el caso de la mano prostética) un rechazo exponencial.
De cualquier modo, sugiere Saygin, es factible que lo que genera la sensación de inquietud no sea más que una forma de disonancia cognitiva: cuando haces ciertas características semejantes a un ser humano, afirma, elevas las expectativas del cerebro con respecto a ciertos comportamientos, como los movimientos y expresiones faciales. Cuando estas expectativas no son satisfechas por completo, se genera la disonancia en el cerebro.
Luego de varios años de haber creado la teoría del valle inquietante, Mori reflexiona sobre la posición de “humano sano”, la cual se encuentra en el extremo derecho más alto, lo que significa que es lo “más atractivo y amable” para los observadores, es decir, un ser humano real. Entonces, Mori hace énfasis ahora en que para el, puede haber algo incluso más atractivo que un humano sano, pues el considera que: “Es el rostro de una estatua budista como expresión artística del ideal humano (…) Esos rostros están llenos de elegancia, más allá de las preocupaciones de la vida, y tienen un aura de dignidad”.
Hipótesis que tratan de explicar el valle inquietante
Son varias las hipótesis que han tratado de dar con la respuesta que estas buscando. Sin embargo, no han podido ser comprobadas científicamente.

La selección de pareja
Es bien sabida la naturaleza del ser humano de buscar una pareja fértil, con buena salud o con un sistema inmune efectivo, esto con el fin de pasar sus genes a unos descendientes sanos. Entonces ¿qué sucede cuando vemos un robot inquietante, cuyos rasgos visibles del cuerpo y el rostro son como los de un humano, pero aún así, nos da esa sensación inquietante y de rechazo? Es por un mecanismo cognitivo evolucionado que produce una evaluación automática de estímulos, la cual surge de manera inconsciente y se activa precisamente para evitar elegir una pareja con baja fertilidad, enferma o con un sistema inmune pobre.
Por lo tanto, la sensación de aversión ante algo que parece humano, pero que muestra claras señales de que no lo es, no sería más que una defensa natural de nuestro cerebro ante la idea de enfermedad e incluso de la muerte.
La relevancia de la mortalidad
Esta hipótesis plantea que al mirar un robot inquietante, esto nos produce miedo a la muerte ¿por qué? Activamos un “mecanismo de defensa respaldado en la cultura” para hacer hacerle frente a lo inevitable que es la muerte. En el caso de un robot con forma humana pero con interior mecánico, nos hace pensar en nuestro subconsciente que, al igual que las maquinas, no tenemos alma; estamos vacíos.
Dado que la mayoría de los androides son copias de gente real, son doppelgängers y a veces provocan miedo a ser reemplazados por ellos en el trabajo, en una relación, etcétera.
Siguiendo la idea de la mortalidad del ser humano, se piensa que al ver varios androides o robots mutilados, esto nos recuerda a los desechos de un campo de batalla, por lo que en un ser humano trae recuerdos de su innegable mortalidad. Y por último, también se hace referencia al hecho de que al ver un androide tratando de moverse como un ser humano, pero de forma lenta y torpe, esto nos provoca el miedo a que en algún momento podamos perder el control de nuestro cuerpo.

La paradoja sorites
También se le conoce como paradoja del montón. Esta paradoja surge al momento en que una persona trata de responder a conceptos vagos con sentido común.
Esta paradoja se manifiesta cuando una persona intenta utilizar el sentido común sobre un concepto vago, impreciso o poco claro. En el caso del Valle inquietante, las figuras con aspecto humano acaban por socavar nuestro sentido de la identidad al intentar buscar una explicación lógica a qué es lo que estamos observando. Esto genera un sentimiento negativo y de rechazo ante aquello que no entendemos.
La violación de las normas humanas
Esta hipótesis tiene un planteamiento interesante; Si un robot tiene una apariencia lo suficientemente no humana, entonces sus características humanas resaltarán a nuestros ojos, por lo que eso nos genera empatía. Pero ¿qué pasa si ese robot o entidad es lo suficientemente parecido a un humano? En ese momento, ya no lo veríamos como un robot, sino como otro ser humano, por lo que esto provocaría que lo evaluáramos sobre la expectativa normativa de otro humano. En este caso, sus características no humanas resaltarían a nuestros ojos y eso provocaría un rechazo.
(…) un robot atascado dentro del valle inquietante ya no es juzgado por las normas de un robot que hace un trabajo aceptable en el que pretende ser humano, sino que en su lugar es juzgado por los estándares de un humano haciendo un terrible trabajo en un acto parecido a una persona humana.
La definición religiosa de identidad humana
Para las religiones abrahámicas (cristianismo, judaísmo e islamismo) que le dan una gran importancia a la singularidad humana, el hecho de que existan identidades o robots artificiales que tengan parecido humano resulta fuertemente cuestionable, puesto que plantean que es una amenaza a la identidad humana. De hecho, junto con el pensamiento de la singularidad humana, se puede ver entrelazado también la idea del especialismo que todo ser humano crea para si. Según el psiquiatra Irvin Yalom, el “especialismo es una defensa psicológica para evitar la ansiedad de la muerte”.
Esto se trata de una creencia irracional e inconsciente por la cual asumimos que la muerte es algo inherente a la vida pero que es algo que solamente se aplica a los demás, no a nosotros mismos.
La amenaza a la distinción e identidad de los humanos
Esta hipótesis se parece un poco a la anterior. Sin embargo, esta la aborda desde un punto de vista alejado de lo religioso o individual, para centrarse en lo social. Empieza planteando que aquellos robots que son muy parecidos a los humanos, son receptores del rechazo de estos últimos porque plantean un desafió en la distinción categórica de lo humano y lo no humano. Para Frederik Kaplan este nuevo tipo de robots redefinen la humanidad desafiando la singularidad humana de la que hablábamos anteriormente. Esto lleva a la idea de que mientras más se parece un robot a una persona real, más representará un desafío para nuestra identidad social como seres humanos.

Críticas a la teoría del valle inquietante
Aunque han surgido varias hipótesis tratando de explicar el porque del valle inquietante, también han surgido las críticas que buscan negar dicha teoría, bien sea por la falta de bases científicas o por lo “inexplicable” que puede ser. A continuación hablaremos un poco sobre estas críticas.
Entre las críticas que se plantean, se hable sobre como estudiar desde un punto de vista científico el fenómeno del valle inquietante. Debido a que pueden ser varios los fenómenos que forman parte de este; bien sea por causas culturales, por diferentes modalidades sensoriales o incluso por otro cúmulo de causas que pueden variar de persona en persona. De hecho, se cree que puede ser algo que también incide en las generaciones, por lo que aquellas generaciones que estén más acostumbradas a los robots, androides o animaciones 3D, no lleguen a experimentar el fenómeno del valle inquietante.
Algunos robotistas han criticado duramente esta teoría, argumentando que Mori no tiene ninguna base para desarrollar su gráfica, ya que ahora mismo solo son técnicamente posibles los robots parecidos (aunque de forma parcial) a los humanos. Sara Kiesler, una investigadora de interacción humano-robot en la Universidad Carnegie Mellon, cuestiona el estatus científico de El Valle Inexplicable, diciendo que «tenemos pruebas de que es cierto, y pruebas de que no lo es».
Como puedes ver, la crítica hacia la teoría del valle inquietante se desplaza entre las diferentes maneras por las que este fenómeno pueda suceder, así como su impacto en la sociedad, y sobre si es posible o no estudiarlo y comprobarlo desde un punto de vista científico.
Hasta aquí llegamos con esta interesante teoría ¿qué piensas de ella? O mejor ¿has sentido esa sensación inquietante e inexplicable cuando ves algún robot o animación 3D? Si te ha gustado este artículo, compártelo en tus redes sociales para que más personas conozcan este interesante e inquietante fenómeno conocido como el valle inquietante.